Las gatas paren jirafas

sábado, 27 de febrero de 2010

Soledad.

Si quieres hacer algo bien, hazlo tú.

lunes, 15 de febrero de 2010

Ábrete de piernas.


A veces es una carrera, aparece una idea y las venas de
tu cuerpo se retuercen extasiadas, asustadas, el pálpito de
tu pecho se acelera, comienzas a parpadear con menor rapidez
para no perderte ni un resquicio, por miedo a que se pierda.

Es asombroso, el cuerpo del ser humano es tan endeble, tan
fácil de doblegar y manipular. La estructura, nuestra masa corporal y fluidos
internos.
Humanoides, hambrientos de amor y de sexo se pasean por sus calles buscando alimento y piezas de su engranaje incompleto, insaciables bocas, dedos, lenguas, libros entreabiertos como las piernas de una mujer antes de empezar a lloriquear como una niña.
El mundo tiene sus días de pánico y escalofríos, tiene sus días de calor y resaca a la mañana siguiente.
Dicen que falta fluidez en las palabras, se quejan de que las relaciones son vagas y frías, que la gente se pierde por una cerveza fría en la barra de un bar o por echar el guante a una buena puta con escote, a lo mejor es el cansancio, sí, eso, el cansancio de andar por la calle, de perder las horas, de la luz eléctrica, el cansancio de los coches, del asfalto, del pánico a no avanzar y notar los pies sumergidos en cemento caliente. Españolitos y españolitas de a pie que desmontan y montan de nuevo en el caballo de la vida cambiando de personalidad o corte de pelo.
Pero, amigos, cuanto más se huye de uno mismo, uno antes se encuentra.





Y para escribir incoherencias sirve cualquiera con material para poder hacerlo.

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Llevo en mi una gran mancha, monstruosa, gigantesca, una mancha rosa llena de mañanas sin descanso y de noches jugando a ser princesa con mi vestido roto. Mirando hacia delante, asumiendo el peso del mundo, de los barbarismos y del miedo, me contengo para no matarme chillando todo lo que de aquí me horroriza. Días de risas y sol, hablando de sinsentidos con el viento acariciando mis párpados, oigo lo más profundo del mar saliendo por tus ojos, plasmándolo todo en un papel azul, noto mi pecho y mi vientre flotando en aceite caliente, siendo contagiosa e inteligible. Tú y yo ya estamos perdidos.